Llevo
toda la noche queriendo hacértela.
Desde
que te vi con ese vestido negro, esos tacones, esas medias. Sensuales y
provocativas medias.
Tus
miradas, tus sonrisas, tus palabras cargadas de dobles intenciones… Todo eso me
ha tenido abstraído toda la noche, pensando solo en hacértela.
Porque
sabes que quiero hacértela.
Y
ahora te sientas a los pies de la cama, cruzas las piernas y tu vestido negro
juega a insinuarse.
Y
tus tacones caen al suelo. Malditos tacones. Benditos tacones.
Me
miras, sonríes y te muerdes el labio inferior, retándome a hacértela.
Sobran
las palabras.
Me
arrodillo, mis manos acarician el gemelo de tu pierna. El tacto de la media es
suave, promesa de lo que me espera debajo.
Pero
antes quiero hacértela.
Me
inclino, muerdo la media con mis dientes y tiro de ella hacia arriba, nuestros ojos se clavan en los del otro,
cómplices, en ese preciso instante.
Y
te la hago.
Una
carrera en la media.
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